En España, los niños de cualquier edad pueden acercarse a una tienda de videojuegos y comprar cualquier tí­tulo. Y decimos cualquier tí­tulo porque entre el amplio catálogo de juegos existente en el mercado, hay juegos no aptos para diversas edades por incluir contenido sexual, soez, o demasiado sangriento. Los tutores españoles obvian en su mayorí­a las recomendaciones por edad grabadas a fuego en las carátulas de los juegos y el estado tampoco ha actuado nunca a este respecto.

Es por ello que no debe sorprendernos ni escandalizarnos la noticia que nos llega desde el otro lado del charco, ya que el Tribunal Supremo de EEUU ha declarado inconstitucional una ley aprobada en el estado de California que prohibí­a la venta de videojuegos violentos a menores de 18 años. La decisión del tribunal apela a la libertad de expresión y ha sido aprobada por una mayorí­a de 7 a 2.

Los magistrados del Supremo afirman que el sistema de calificación de los videojuegos auto-impuesto por la industria es suficiente para garantizar que los padres sepan elegir el videojuego adecuado para sus hijos. La ley de California imponí­a una multa de 1000 euros a todas las tiendas que vendieran videojuegos a menores de 18 años, aunque a partir de ahora todos podrán comprar todo y la pelota está en el tejado de los padres, igual que en España.

La decisión de los jueces sentenciaba: «Como método de asistir a los padres concienciados [la ley] es muy intrusiva, ya que constriñe los derechos incluidos en la Primera Enmienda (la que alude a la libertad de expresión) de los jóvenes cuyos padres -tí­os y tí­as- consideran que los videojuegos violentos son una afición inocua»